Just press the button (please)





La compañía de algún libro era lo único tangible que quedaba para mitigar la ebullición imperiosa de un cuerpo que ya había dejado de serlo. Se suponía que, cual movimiento sísmico, la performance iba a caer de madura. No fue así. Se suponía que, como en un típico pueblo sin memoria, impune yo iba a salir a la calle a concretar una rutina. Tampoco fue así. Lo muy determinante fue poner jabonoso el desconcierto, volverme invisible.

Una crónica camuflada con palabras que a su vez se disimulan en presencia de sus pares. Eso es todo. Con aroma a un carnaval Paulista que está por sorprenderme. Entre personas que sonríen aunque no me entienden. Un hombre se vuelve un hombre cuando lo comienza a creer así. En vísperas de lo expuesto no queda más que sublevarme a la traslación y de una buena vez por todas entender alguno de los tantos libros que reposan sobre mí.




13 de febrero de 2011. Sao Paulo- Brasil

Estupefacto



Life is what happens to you
while you're busy making other plans.

-John Lennon-



La serpentina. Te pregunté por la serpentina (y todo lo que esta implica). Me dijiste, tajante e inescrupulosamente, que no tenías NI idea (ni de las remotas, y de paso acentuando el NI). Entonces, obligadamente, tuve que volverteapreguntardenuevo. Recién, y después de tantos decenios, te pude ver el detalle del ojo (¡sorprendente!). Y ahí me quedé (estupefacto). Ya no sabía si reanudar la conversación (para disimular) o huir sin vestirte. A posteriori (y por lógica) transcurrieron los días y yo seguía paralíticamente estupefacto (y varado) en el mismo lugar. Tu amplitud térmica (símil característica de mi ciudad natal) implotaba indeclinablemente mi armazón óseo (tan bien mantenido hasta ese momento). Y yo seguía (inútil y vanamente) pensando acerca de tus serpentinas; y yo continuaba extrañado por aquel detalle en uno de tus ojos. Nunca pude volver a asentarme (o pisar fuerte, o al menos ponerme los tapones altos). Supongo (arbitrariamente) que se habrían arrastrado unos mil quinientos meses cuando sin tutelas ni tutías optaste (y decidiste cansinamente) ya nunca más. No más estática, no más yo estaqueado (y deplorablemente estupefacto). Tu semejante novedad noticiada me cayó (y aplastó) cual helada negra. Penetrante, filosa. Insoportable. Y ahí me quedé. Quieto, como pez (cado). Doblemente anonadado (entreviendo my mistake). Irreversiblemente y para siempre estupefacto.



12 de febrero de 2011. Sao Paulo. Brasil