Yuxtaposiciones asimétricas


Cruzó la línea, se puso a pensar. Cruzó la línea o se puso a pensar. Cruzó la línea y se puso a pensar. Se puso a pensar que era inoportuno, que ya era muy tarde para pensar. Que ya la línea era comisura, ganas de una cosa que no fue. Humo que se va. Entonces quiso reír. Y no porque tenía unas ganas emergentes y urgentes de reír (no, no). Sino sólo porque así lo quiso. Porque la risa es catalizadora a un cacho de dicha o en el mejor de los casos disimula. Disimula el miedo, el nerviosismo. Y también camufla la malevolencia (aunque este no era el caso).
Pero por qué Leticia cruzó la línea. ¿Quién era Leticia? ¿Qué vendría a ser una línea? ¿Cómo te graficás que la cruzaste? Well, step by step.
En el mundo de los límites, comportamientos y excesos, las líneas nunca existieron como tales. No tienen espacio, son amorfas. No son blancas como pensás, ni siquiera rectas. Las líneas son yuxtaposiciones asimétricas de formas circulares, cuadradas, triangulares y en su mayoría deformables. Fueron intencionalmente inventadas, de calibre no cuantificable y de aspecto incualificable. Es por esta razón que resulta sumamente obvio y práctico darse cuenta cuando uno las cruza. Así que con tranquilidad marchemos con ligereza.
En cuanto a Leticia sólo puedo informar que ella era mujer por propia decisión (porque también podría haber sido un hombre).
Y por último ¿Por qué Leticia cruzó la línea? La cruzó por que ella no puede asimilar las sillas ni los sillones. Porque las cosas te vienen y ella quiere saber si hay más y qué más hay. Porque se siente un organismo planctónico en el mar. Porque Leticia no coincide con los que dicen “la vida es así”. Ella exclama que la vida es así nomás y porque la vida es así nomás se inventaron las líneas. Para poder cruzarlas y volver (o bien quedarse del otro lado)




9 de Mayo del 2011. Junín, Argentina.

Cosas y casos

Cosas que conozco. Casos que desconozco. Hay cosas y casos. Casos y casas. Casas y losas. Suelos que se desploman. Plumas que clonan. Tu rareza experimental. Mi torpeza y tu delantal. Me delata la bondad. Me adelanto a tu proyecto de cementar. Pues claro que te acuerdo, y sobre todo cuando el campo atravieso (y tanto campo y mi maxilar tan tieso)
Hoy en el noticiero informaron que habría una lluvia de meteoritos y yo protesto. Más que piedras necesito agua. Y más que coincidencias ando buscando un mantra. Y no hablo de cómo sigue tu vida sin mí. Hablo de cómo sería despertarme un domingo y que no estés. Porque hablo de cosas que conozco y no de casos que desconozco (y ni hablar del caos que esto conlleva)



7 de mayo del 2011, Junín

Mini ensayo relativo

Últimamente me he puesto a pensar en  por qué los edificios son tan arrogantes (claro que estamos todos de acuerdo en que así lo son) y caí en la cuenta de que la perspectiva magnifica el efecto de contrastes entre los extremos y la única manera de combatir tales diferencias es apelando al llamado salvador del concepto más rescatista para tal encrucijada: Señores, les presento a la relatividad. De este modo ante cualquier evento o circunstancia que nos haga sentir minúsculos podemos acudir a ella desde cualquier lugar del mundo y justificarnos o escudarnos pronunciando la ya célebre frase “yyyy….es relativo”. En casos de emergencia extrema,  a dicha frase se le acopla un anexo complementario y muta a un “todo es relativo y nada absoluto” y cabe aclarar que si nada es absoluto tal frase tampoco lo podría ser (y justo ahí tenemos un claro ejemplo de las contradicciones adoptadas como adicciones literarias, acompañadas de comportamientos habituales en nuestra sociedad).
Entonces es cierto, el edificio es inmenso pero también es relativo a los ojos de cada quien (supongo que algunas montañas no deben pensar lo mismo). Ahora bien, si la relatividad se insertase como lanza y para siempre en nuestra cotidianidad, me pregunto qué sucedería. ¿Qué pasaría con las discusiones? ¿Acaso dejarían de existir? (y qué haríamos  con tanto tiempo libre)



6 de Mayo del 2011. Vedia, Argentina.