Reflexiones de Ramón D. Dopazos (IV)

Diario N° 7 – Hoja 365. Análisis algo indecoroso en relación a los esfuerzos Mayas por dar orden al cosmos y  nuestra frívola caracterización a propio antojo del conjunto de días que conforman una settimana.


Algunas semanas se me pasan por alto, furtivas, invisibles. Otras volando en avión a chorro y otras como esta (simplemente no se me pasan). La semana por sí misma no tiene identidad y menos siente culpa. Cada vez que observo un charco en la esquina de una manzana me acuerdo de lo que me dijeron la primera vez que miré al cielo “Todos somos la misma cosa, el mismo olor” (y qué tendrá que ver lo mundano con el tiempo, no? - NdA: léase con tono irónico por favor)

¿Qué determina el éxito o el fracaso de una semana? Era habitual cuando joven jurar y perjurar. Ya no juro, ya no hablo. Ya no, llano.  Quizás hubieses preferido que nunca me haya ido (que nunca haya aceptado ese trabajo en el exterior). Quizás yo tampoco (¿Quién sabe?) Lo bueno de las semanas pedantes es que sólo tienen siete días para castigarnos. Pero el problema es que hoy en día es muy común huir de los acontecimientos crujientes; y cuando digo hoy en día en realidad me refiero a siempre (desde el año en que todo se inició). Es por eso que las semanas se repiten unas tras otra componiendo  lo que vulgarmente denominamos un año malo (pero eso ya es otra cosa más grave y palabra mayor)




Marzo del 2011, Paradero desconocido

La Baranda Que Divide


No quisiera ser entrometido pero de ser posible recomiendo acompañar a esta lectura con las caricias de “As Tears go By”. Deberían tener espacio suficiente para leer el cuento antes de que finalice la canción pero el tiempo que cada uno le dedica a saborear cada palabra es personal e incorruptible.



Parecía repetida, o bien era la misma situación, el mismo contexto. Música intradérmica  de background, pudiendo ser cualquiera entre Dylan, Al Green o algún disco sesentoso de los Stones. Un cofre abierto de hojas, tallado por Julio, Milan o el rutero Kerouac. Algún vaso en slow mode, y en este caso sólo dos opciones, caffetto o whisky; y por último un tópico trillado para reflexionar (y la lista de finitos posibles se vuelve infinita). Papel, lapicera y  resaltando de modo sobresaliente todas las vagas intenciones de sentirse ser.
Ricardo se había plantado en el balcón, justo al lado de las macetas de helechos y el potus que le había regalado su ex (y que hoy le quedaba como un monumento a la ironía). Lo mágico de las noches en la ciudad donde atiende Jesús, es que obligadamente resaltan las millones (y millones) de luces, de los miles (y miles) de edificios y autos. Y junto al propio clima templado-cálido terminan de decorar un ambiente oportuno  para incentivar y alentar a las ganas de salir a ver. Decenas de metros abajo, el bullicioso tránsito era apagado paulatinamente por el  adormecimiento en cadena que generan esas mismas horas en la cuales la humanidad  termina su jornada laboral e intenta salir vanamente a engañar a sus doctrinas regaladas.
Ricky aplastó bruscamente entre sí tapa y contratapa, fondeó el whisky y al ritmo de As tears go by se montó a la baranda. Esa baranda que divide adentro de afuera, la tierra del aire, el más acá del más allá. Quizás algo movilizado por la profundidad de los trazos de Kundera, quizás por la vasta cantidad of empty glasses o bien por alguno de esos infinitos finitos temas. Es muy gracioso que el mundo nunca pare de girar. Es tal la inercia, tal la costumbre. Sigue siendo gracioso, pensaba ligeramente mientras sordamente caía.
La mañana suele ser el momento del día del cual se espera mucho  sin haber hecho nada aun. Se le aploman muchas expectativas  y eso es injusticia en carne viva. En contrapartida a la noche no se le exige nada y por esa misma razón suele ser conceptualizada como fresca y mágica. De los espacios vacios, como generación espontánea, la mitosis de ideas te arrincona. La elección más fácil a veces resulta ser la más difícil (y viceversa también)
Ricardo abrió los ojos y tuvo tiempo suficiente para categorizar y reafirmar lo insoportable que puede resultar  la levedad del ser. Cuan complicada se torna la vida si no hay decisiones de las pesadas, de las que curten la piel. Si no hay más responsabilidades y compromisos que únicamente el derecho (no ganado) a tan sólo respirar. Y cómo no hay identidad sin memoria se acordó de algo que tenía pendiente hace rato ya. Entonces se reincorporó desde las baldosas del balcón, acomodó las macetas derrumbadas, arrojó el potus por los cielos, tomó la lapicera y ya sin vértigo se sumergió nuevamente dentro de su casa, con la única intención de tratar de ser.





9 de marzo del 2011, Rosario, Santa Fé.