Mini ensayo relativo

Últimamente me he puesto a pensar en  por qué los edificios son tan arrogantes (claro que estamos todos de acuerdo en que así lo son) y caí en la cuenta de que la perspectiva magnifica el efecto de contrastes entre los extremos y la única manera de combatir tales diferencias es apelando al llamado salvador del concepto más rescatista para tal encrucijada: Señores, les presento a la relatividad. De este modo ante cualquier evento o circunstancia que nos haga sentir minúsculos podemos acudir a ella desde cualquier lugar del mundo y justificarnos o escudarnos pronunciando la ya célebre frase “yyyy….es relativo”. En casos de emergencia extrema,  a dicha frase se le acopla un anexo complementario y muta a un “todo es relativo y nada absoluto” y cabe aclarar que si nada es absoluto tal frase tampoco lo podría ser (y justo ahí tenemos un claro ejemplo de las contradicciones adoptadas como adicciones literarias, acompañadas de comportamientos habituales en nuestra sociedad).
Entonces es cierto, el edificio es inmenso pero también es relativo a los ojos de cada quien (supongo que algunas montañas no deben pensar lo mismo). Ahora bien, si la relatividad se insertase como lanza y para siempre en nuestra cotidianidad, me pregunto qué sucedería. ¿Qué pasaría con las discusiones? ¿Acaso dejarían de existir? (y qué haríamos  con tanto tiempo libre)



6 de Mayo del 2011. Vedia, Argentina.