Densidad Aparente

Comenzaba a darme cuenta de lo complejo que resultaba mantenerme cerca mió y a la vez cerca tuyo, cuando decidiste escribirme en primera instancia y luego tomarte un avión. El avión de regreso.
Por las mañanas acostumbraba a levantarme de la cama, luego desayunar y por ultimo despertarme. Me caía bien esa sensación de ganarle minutos al día. Pero de un domingo a un lunes ni gane minutos al día ni pude despertarme.
Fui a buscarte al aeropuerto Barajas. Traías contigo una maleta muy grande y tu mejor sonrisa preparada (no recuerdo cual de las dos cosas me supo mas pesada) El abrazo fue frío pero no fue eso lo que me congelo (por expresarlo de alguna manera) El inconveniente eran tus ojos. Ya no eran celestes ni marrones. Creo que ni siquiera eran ojos. Me miraste fijamente (lo cual es un modo de decirlo ya que si no existen ojos no considero que exista posibilidad de mirada alguna) Experimente algo así como dos o tres o un millón de puñaladas en mi vientre. Instintivamente palpe la zona buscando sangre pero para mi desconcierto lo que había era una sustancia pegajosa, espesa, verde. Savia. Mientras me sentía agonizar tu cara reía y se volvía cada vez más roja. Comenzaste a vociferar en una lengua extraña pero mas extraño aun fue que te entendía a la perfección. Entre dientes dijiste:" Es la segunda vez. Que la culpa te culpe o que revientes como sapo" Repentinamente de tu boca una lengua bífida arremetió contra mi rostro abofeteándome hasta el cansancio. Seguías riendo. Comencé a reír también. Abruptamente te volviste rígida y me obligaste a callar. Nuevamente te dirigiste a mi:" Ahora que ya lo sabes, levantate y anda a trabajar que son las 10:20 de la mañana" Acate la orden, moví mi pesado cuerpo a la cocina, desayune y partí al trabajo. Una vez en la piscina, donde hago las veces de socorrista, recordé y pensé que todo lo recién vivido había resultado de lo más bizarro. Decidí nadar unos momentos para lograr despertarme. El agua no estaba tan transparente como otras veces. Ni tan fresca, ni tan liquida, ni tan agua. Su densidad aparente prometía hundirme. Estaba atrapado en aquella masa pegajosa, espesa y verde. Me estaba ahogando en una piscina de savia.

8-7-2009 Madrid