Espera (la)

No hacia otra cosa que esperar. Habían pasado 15 años desde la última vez que había salido de su casa. Se pasaba el día entero sentada en el sofá a la expectativa. Como un trabajo, desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche. Solo descansaba para un almuerzo rápido y para tomar un te de tanto en tanto. Cuando la familia le insistía para que saliera a tomar un poco de aire fresco o dar un paseo por el barrio, ella se negaba rotundamente aludiendo que no podía arriesgarse a que lo que ella estaba esperando llegase justo cuando no estaba en la casa. Cuando alguien le preguntaba que era lo que tanto estaba esperando, ella regalaba silencio. Cuando le volvían a preguntar, ella regalaba ausencia.
El hogar era sencillo. Un solo piso, dos habitaciones, un baño, una pequeña cocina y un comedor adornado con algunos cuadros en serie y con muebles viejos completos de los típicos adornos que las personas te regalan cuando no saben que regalar. Lógicamente, como la señora en cuestión tenía un trabajo "full time", todos los componentes de la vivienda se hallaban escondidos bajo una cubierta de polvo que le otorgaba al lugar un aspecto milenario. De su ropa no hay mucho para decir. Una pollera marrón hasta las pantorrillas, una camisa blanca abotonada hasta el mentón y un sweater beige. Se podría decir que estaba a la moda, pero la de hacia 15 años atrás.
El invierno había llegado (o nunca se había ido) Ella, como de costumbre, se encontraba amoldando los cojines del sillón. Decidió que era un buen momento para tomarse un te de Boldo. Se dirigió a la cocina. Encendió el fuego en la hornalla, puso el agua a calentar y fue cuando estaba buscando la lata de tes que lo sintió. En sus entrañas primero. Luego en todo su cuerpo. En ese momento fue consciente de que lo que tan anhelosamente había esperado finalmente había llegado. Para quedarse, para siempre.
María marta Rosenda Funes de Gabriele fue enterrada un día frío y lluvioso junto a la tumba de Roberto Reinaldo Gabriele. Algunos todavía se animan a preguntarse que era lo que María tanto había estado esperando. Obviamente nadie lo dice en voz alta.

2-11-2009 Brasov, Rumania