"El compañero de siestas"

De pequeño fantaseaba con la idea de convertirse en el príncipe azul que todas las mujeres sueñan. Hoy se conforma con dejar de ser un sapo. En el barrio lo llaman "el asfixiado" porque acostumbra a usar sus pantalones hasta poco por debajo de sus tetillas, en el club lo llaman "cuatro ojos" o "culo de botella" en alusión a sus gafas al mejor estilo nerd. En su casa lo llaman Armandito. Las mujeres directamente no lo llaman.
Armando Atilio Castillo Cascorrosa Petú tiene 27 años y es el clásico mujeriego de ficción puertas para adentro de su habitación colmada de calendarios de gomería. Sus historias amorosas lo relacionan con estrellas del espectáculo, celebridades o incluso puede darse que sean sólo con una parte aislada de un cuerpo (como por ejemplo el culo de la vecina del 2F)
Una de esas tardes violentas, en las cuales Armandito suele cachetearse más de cinco al hilo, algo diferente ocurrió. Se sintió plenamente vacío. Ni Pamela Anderson o la infartante Coca Sarli pudieron sacarlo de aquella depresión (ni siquiera el recuerdo de los senos de la del 6C). "Culo de botella" más anonadado que nunca salió despedido a la calle en la búsqueda de un relleno para dicho vacío. A esa altura ya era más que consciente de que era lo que necesitaba. Una mujer real. Eso implicaba que la pudiese tocar (además de pensar) y también que fuese completa y no una sola parte (como las piernas de la del 5C). Así pues, el hombre sapo salió como flecha dirigiéndose al bar más cercano. Pidió un jugo de naranja exprimido y sólo se sentó a esperar. La tarde se hizo noche y la noche madrugada. Frustrado y con más de un kilo de vitamina C en las venas Armandito emprendió la retirada para su casa. La idea de morir virgen lo atormentaba cuando por descuido golpeó su cabeza con la parte inferior de un cartel de señalización de transito.
Segundos después su cuerpo yacía sin conocimiento sobre la acera fría. Armando soñaba con tetas y culos en una piscina de leche chocolatada cuando una voz desubicada (y poco oportuna) le repetía "Despertá boludo ¡Dale!"
Abrió los ojos. Estaba mareado y confundido pero allí la vio. Inmaculada. La mujer de su vida. Ella le explicaba lo que aparentemente le había sucedido y como lo había encontrado pero él no hacia otra cosa que imaginar como sería su heroína desnuda y cubierta de crema repostera. Lentamente se incorporó y abandonó el suelo. Ella muy amablemente se ofreció a acompañarlo a su casa. Él sintió como la conexión se establecía y a esa altura el desenlace era inminente.
Hizo durar las pocas cuadras que tenían por delante para asegurarse de que ella también se había enamorado a primera vista. Finalmente, cuando la entrada de su hogar los acogió, él, con el mejor aire de Don Juan copiado de algún film Hollywoodesco, sentenció un " Me gustas mucho ¿Sabes? ¿Te gustaría pasar a tomar un café y follar un poco?" Acto seguido la heroína de turno se transformó en Tyson y lo sorprendió con un cross de derecha que lo dejó inconsciente por segunda vez en el día.

Armando acaba de cumplir los 48. Le faltan dos de los dientes de adelante producto (y recuerdo) de aquel cross recibido aquel fatídico día de ya hace 21 años. Sigue viviendo con sus padres y aun conserva su clásico look como un insecto dentro de un frasco de formol. Su vida se mantuvo exactamente igual excepto por un detalle. Ahora trabaja. ¿De qué? De "Compañero de siestas p/ mujeres varias con deseos de hombre fogoso. A domicilio. TE. 4706641". Por lo menos así decía el aviso clasificado que encontré por casualidad en el periódico de este domingo.

16-9-2009 Lisboa, Portugal