" I' m so tired of being alone"

Algunas de las velas aun seguían encendidas, como queriendo prolongar el fin de una noche que nunca había empezado.


Se peinaba como mejor podía y nunca desentonaba. Mientras alisaba su ropa (ya puesta) me miraba pero no tan fríamente como tantas veces lo había hecho. Me tiró (literalmente) un par de billetes y salió por la puerta apurando el paso. Mientras su cuerpo desaparecía en la oscuridad de aquel pasillo se esfumaba también una tonelada de sentimientos para dar paso a dos toneladas de pensamientos. Por lo tanto allí me quedé, como ya era habitual. Sería otra mañana exactamente igual a la anterior y volvería a pensar que ese sería el primer minuto del resto de mi vida. Lógicamente sin saber cuánto significaba "el resto de mi vida" (de haber sabido que sería tan poco por lo menos hubiera intentado levantarme de la cama)

En la radio sonaba Al Green y automáticamente recordé a aquella chica de nombre raro que había conocido viajando por uno de esos países también raros (me había sentido tan vivo en aquel entonces). A modo de catarata comenzaron a precipitarse imágenes de mi vida. Momentos culminantes. De los buenos y de los malos. Tantos años y tantos proyectos saboteados por mí mismo. Me detuve a pensar intensamente sobre este último punto ¿Que había estado esperando? ¿Por qué nunca me había animado a concretar siquiera alguno de aquellos sueños? ¿Es posible vivir con tanto miedo? Reconozco que me genera bronca que aquel cuestionamiento se haya presentado sólo unos minutos antes de lo que iba a ocurrir luego. Si hubiera dispuesto de más tiempo (¿O acaso ya lo había dispuesto?)

Los minutos transcurrían en cámara lenta mientras los pensamientos se imponían como flechas: directos, cortantes. Experimenté uno de esos momentos donde todo toma forma y uno vislumbra que la solución es simple y está al alcance de la mano. Me sentía feliz mientras me proponía firmemente y de una buena vez por todas convertir mis sueños en realidad. Danzando entre esas ideas liberadoras me encontraba cuando percibí el sorpresivo (y poco respetuoso) olor a humo. Tanta danza y tanto viaje a kilómetros de distancia me habían impedido notar que una de las lapidarias velas se había desplomado sobre las sábanas de la cama (que ya no era fría). Rápidamente las llamas devoraron las cortinas y los muebles. La habitación era un infierno. El pánico me inmovilizó. No atiné a hacer nada. Lo último que recuerdo fue que en la radio aun sonaba Al Green y creo, sino me equivoco, que la canción era "I'm so tired of being alone"



2-7-2009 Madrid